La obra de Jesús Curiá, de formas aparentemente simples, es de hecho un estudiado análisis anatómico. Su especial forma de tratar los metales y de aplicar la cantidad exacta de ácidos que tiñen los bronces de colores sutiles, transforma sus esculturas en obras genuinas, frescas y singulares. Curiá crea una constante depuración en las formas y los volúmenes, pero dotando de realismo el gesto y movimiento del cuerpo humano intensifica la expresividad de sus figuras.
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