Exposición «Morandi. Resonancia infinita»

El director de nuestra galería, Jordi Barnadas, asistió el pasado fin de semana a la exposición Morandi. Resonancia infinita, de Giorgio Morandi, albergada en La Pedrera de Barcelona, y le gustaría compartir con nuestros lectores su opinión personal de dicha exposición, con el objetivo de animarles a visitarla si tienen la ocasión.

A Jordi Barnadas le pareció una exposición magnífica, y que se entiende perfectamente si va acompañada de la siguiente cita del propio Morandi:

Creo que no he dejado de ser un defensor del arte por el arte, más que del arte por la religión, la justicia social o la gloria de la nación. No hay nada más alejado de mí que un arte destinado a servir objetivos que no sean los inherentes a la obra de arte misma.

La página web de La Pedrera nos regala una breve explicación de la exposición, que restará en el mismo edificio hasta el 22 de mayo de 2022.

La exposición hace un recorrido retrospectivo por la obra del pintor y grabador italiano Giorgio Morandi (Bolonia, 1890 hasta 1964), uno de los artistas más significativos e inclasificables del panorama artístico de la primera mitad de siglo XX.

 

«Morandi. Ressonància infinita»

Pintor inclasificable, pero figura capital del panorama artístico de la primera mitad de siglo XX, el pintor y grabador italiano Giorgio Morandi (1890-1964) puede ser considerado un artista atemporal, cuya obra destaca por la gran calidad y por su alto grado de refinamiento, con un lenguaje totalmente personal. Aunque no se puede enmarcar en ninguno de los grandes movimientos del arte contemporáneo, su trabajo intenta captar la realidad de la manera más fiel posible a través de la luz, el color y los valores volumétricos, en una búsqueda constante de la esencia de la pintura.

Nacido en Bolonia, ciudad donde transcurrió toda su vida artística, Morandi trabajó al margen de cualquier grupo o movimiento. Sin embargo, sus primeros cuadros recibieron la influencia de Cézanne y el cubismo y, tras una corta relación con los pintores futuristas de su generación, se acercó a los preceptos del grupo metafísico italiano de Carlo Carrá y de Giorgio de Chirico, y al purismo del retorno al orden del grupo Valori Plastici. Pero a partir de 1920 iniciará una carrera en solitario en la que desarrollará un estilo propio e inconfundible, que no abandonará nunca, y que se caracteriza por un lenguaje pictórico de gran pureza y elegancia, marcado por la armonía, la austeridad, la cadencia, la fragilidad, la ligereza… y el silencio.

Morandi siempre trabajó una pintura figurativa, fundamentalmente naturalezas muertas y esporádicamente algunos paisajes, que poco a poco se fue haciendo más simbólica. El mismo Morandi llegó a afirmar que «los sentimientos y las imágenes que el mundo visible despierta en nosotros son muy difíciles de expresar o quizás inexpresables con las palabras, porque están determinadas por formas, colores, espacio y luz». Su estilo, en el que destaca por encima de todo el uso magistral de la luz, se basa en la búsqueda de una simplificación formal en que los temas se reducen a lo esencial. Para Morandi el uso de la reiteración fue clave, y el mismo conjunto de objetos fue revisitado por el artista una vez tras otra en pinturas y aguafuertes.

La exposición «Morandi. Resonancia infinita», comisariada por Beatrice Avanzi y Daniela Ferrari, conservadoras del Museo di Arte Moderna e Contemporanea di Trento e Rovereto (MART), reúne una cuidada y significativa selección de pinturas, dibujos y grabados procedentes de diversos museos y colecciones particulares de Europa.

Fuente de la información sobre la exposición y las imágenes: Morandi. Resonancia Infinita, La Pedrera
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