Japón 1974. Keiko Ogawa nos ofrece temas intimistas con figuras solitarias que son a menudo autorretratos, y una variedad de obras de pincelada rápida y fresca que nos recuerdan al Realismo español.
En un viaje por el mundo (una de sus pasiones después de la pintura) conoció a su marido, un conocido pintor catalán. En 2005, Keiko se instaló en Barcelona, donde empezó a pintar profesionalmente. Interiores donde frecuentemente destacan elementos arquitectónicos del Ensanche Barcelonés, y es que los edificios de la Barcelona Modernista inspiran a Keiko.
Sus composiciones y la geometría de los suelos hidráulicos confieren un orden visual que contrasta con su técnica de aspecto esbozado y el carácter abstracto de su valiente pincelada, tanto de colores como de gesto. La artista nos quiere transmitir valores como la espiritualidad, la reflexión, la observación, el aprendizaje, la calma … pero no a través de un idílico entorno natural, sino viviéndolo desde un mundo urbano que ella se ofrece a embellecer.
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